Teatro Negro de Barlovento, Coreoarte y Memorias Danzadas fortalecen el cumbe artístico
El llamado de la ancestralidad. Libres de ser, estar, moverse, bailar, interpretar y narrar. Se reencuentran todas las edades para provocar al cuerpo. Incorporan la cotidianidad, la memoria y el deseo de futuro, entrecruzan las miradas, vuelven a moverse para que el cuerpo no deje de narrar historias. La escena no puede quedar sola, advierte la maestra Irma Pacheco, del Teatro Negro de Barlovento.
El taller laboratorio "Afrovenezolanidad y artes escénicas" juntó tres miradas de lo afrodiaspórico: el Teatro Negro de Barlovento (@teatro_negro_de_barlovento), a cargo de la maestra Irma Pacheco; Coreoarte (@coreoarte), a cargo de las maestras Roxane D´ Orleans y Flor (Poy) Márquez Ugueto (@flormarqur) y Trama Danza, a cargo de Meyby Ugueto-Ponce, directora del colectivo antirracista.
Bailarines en formación y con trayectoria sintieron la energía del movimiento, la liberación del arte y la revelación de las ancestras/los ancestros para reconectarse con el ser individual y el ser colectivo. Las tres agrupaciones fueron pulso, latido, energía, tambor, cuerpo, voz, historia, baile, palabra, gesto y fuerza para fortalecer el cumbe artístico.
Interpretaron con sus cuerpos: picardía, pasión, amor, libertad, ritmo, complicidad y respeto. “El cuerpo debe hablar por las palabras”, vociferaba la maestra Pacheco con la experiencia vivida en el Teatro Negro de Barlovento.
La metodología de enseñanza pretende lograr que la energía siempre se vaya para arriba, la gestualidad marca el camino para llegar alto. El resultado después de tanto estímulo es la palabra corporal. Así iban y venían, por separado, todas/todos juntos hasta que volvían a ser multitud danzante.
“Investigar la emoción para trabajarla en el cuerpo”, el tesoro de este taller laboratorio que fue una puesta en escena invocando el origen, nacimiento y arrullo. Al escuchar la percusión realizaron movimientos dirigidos y movimientos libres.
Volvían a ser multitud y los cuerpos no paraban de hablar y decir: fuerza, tribu, animal, familia, fieras, raíz, cumbe, árbol, unión, refugio, entendimiento, herencia, y perdón. Encarnaron la palabra “libertad” y bailaron al ritmo del tambor para hacer la fiesta del alma. Es el autorreconocimiento del cuerpo y lo negro.
Meyby Ugueto-Ponce de “Memorias Danzadas. Voces Ancestrales de mujeres negras” del Colectivo Trama Danza llevó a la multitud a viajar y a encontrarse con el origen. Acarician la energía con el cuerpo, invocan el pasado y miran “el aquí y el ahora”, van imaginando mientras dosifican la energía para llevarla de nuevo hacia arriba.
“Es una corazonada hacia la tierra” (Frase aprendida de Guiber Elena Mijares, bailarina y docente afrovenezolana; y una de las mentoras de la directora de Trama Danza), exclama Ugueto-Ponce. Se envuelve con ellas/ellos, va tramando y desentramando. Busca armar el círculo del latido de vida. Habla de comunidad, futuro y esperanza. Es el relato del arraigo interpretado con las cuerpas/los cuerpos.
Melibai Ocanto, bailarina de Memorias Danzadas los llevó a realizar movimientos desde la técnica de danza contemporánea de expresión afrobrasileña para no bajar la intensidad de la energía y complementarse con las experiencias de danza de matriz afrodiaspórica de la escena venezolana.
Fueron dos días de explorar lo afro/negro en el cuerpo, en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes) desde la experiencia de tres agrupaciones afrovenezolanas.
Van cimarroneando con la danza contemporánea, la danza de tradición africana, la danza tradicional afrovenezolana, el teatro, la poesía y la música. Volvieron a sentirse arrulladas/arrullados por la abuela. Van reparándose, resistiendo y re-existiendo. (Fotos: Franklin Perozo @perozofranklin. Realización audiovisual: Merquis Salamanca @afropostales)
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